HISTÉRICOS- HISTÓRICOS

En la época antigua, se creía que la histeria se curaba manteniendo relaciones sexuales o, en los casos de viudas y vírgenes, con masajes de clítoris. Esto con la idea de hacer volver a este útero errante a su lugar de origen.

Pero tanto los síntomas de la histeria, como sus diagnósticos y como sus remedios, han estado al servicio de las creencias y costumbres de cada época histórica. Por eso que en la historia de la Histeria, se presentan síntomas en cambio constante, y es que la Histeria posee la peculiar característica que la Mimesis, ya que se adapta a los usos, costumbres, pensamientos y preocupaciones de cada periodo de la historia, que la hace imitar los síntomas que ve con anterioridad, generando una constante mutación de los síntomas. Ya Galeno anticipó este hecho:

“La pasión de la histeria no es más que un nombre, pero diversas e innombrables son las formas que adopta” ( Cagigas, 2006: 9).

En la Edad Media, el goce del acto sexual ya no podía ser un remedio. Por el contrario la abstinencia sexual pasa a ser una virtud. Por ende, la histeria pasa a entenderse como una posesión demoníaca.

En el Renacimiento, se vuelve a la creencia de que es una enfermedad que deriva de causas internas y naturales, como en la Antigüedad. A partir del siglo XVII se generaron tres corrientes que comienzan a clasificar la Histeria. Por un lado, Una corriente organicista en Gran Bretaña que en nombre de la neurología cuestiona la teoría de Hipócrates (La teoría del Útero errante). Pero también en este periodo, la histeria recibe, por primera vez, un fundamento psíquico a través de los estudios del inglés Sydenhani y el francés Pinel, quienes postulaban que la Histeria no era una enfermedad del cerebro, sino un desorden de las pasiones que hacían somatizar, por ende, la curación de ésta, requiere de un tratamiento psíquico o moral.  Por otro lado, Braid (inglés) Mesmer (Francés) y Charcot en la Salpêtrier que demuestran el poder de la hipnosis sobre los síntomas histéricos.

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